El impacto ambiental de la IA: el coste del boom creativo

Escrito por Álvaro Ramos, Redactor de contenido SEO el 8 de abril de 2025 a las 11:06
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Modificado el 8 de abril de 2025 a las 17:07
Tiempo de lectura : 3 minutos

El uso masivo de modelos de inteligencia artificial deja una huella ambiental significativa. En este artículo analizamos cuánto consume la IA y qué podemos hacer para avanzar hacia un futuro sostenible.

Resumen

  • La generación de imágenes con IA puede implicar un elevado consumo de agua, especialmente por la refrigeración de los servidores.
  • El uso creciente de estas herramientas plantea un desafío ambiental a escala global que requiere soluciones urgentes para evitar que su desarrollo agrave el cambio climático.
  • Las principales empresas tecnológicas comienzan a tomar medidas para reducir su impacto, pero sus esfuerzos siguen siendo insuficientes frente a la magnitud del problema que plantea la expansión de la inteligencia artificial.
El impacto ambiental de la IA: el coste del boom creativo

El auge de las imágenes estilo Ghibli y su huella invisible

La semana pasada, una tendencia se volvió viral: la generación de imágenes con estilo Ghibli mediante inteligencia artificial. Solo en esos días, se estima que se crearon hasta 500 millones de imágenes, lo que equivale a unos 200 millones de litros de agua utilizados para sostener la infraestructura de los centros de datos que hicieron posible esta moda. Esta cifra representa aproximadamente 80 piscinas olímpicas o 2 millones de duchas de 10 minutos.

Este fenómeno no solo reveló el potencial creativo de la IA, sino también un aspecto menos visible, su impacto medioambiental. Cada imagen generada puede consumir entre 0,3 y 0,5 litros de agua, debido a los sistemas de refrigeración necesarios para mantener operativos los servidores. En este escenario, la creatividad digital tiene un precio hídrico que pocas veces se menciona.

¿Cómo consume agua la IA?

Cuando un usuario solicita la generación de una imagen o un texto, se activan múltiples servidores con unidades de procesamiento gráfico (GPUs) que generan calor. Para evitar el sobrecalentamiento, estos centros de datos utilizan sistemas de refrigeración que implican la circulación constante de agua.

En zonas donde el agua escasea, las empresas optan por sistemas de refrigeración por aire, como aires acondicionados industriales, que si bien reducen el uso de agua, aumentan considerablemente el consumo energético. En otras palabras, el impacto ambiental se desplaza, pero no desaparece. Este incremento energético también puede suponer un mayor gasto en electricidad y dificultades para ahorrar luz.

Además, parte del agua utilizada en la refrigeración se evapora y se pierde, lo que implica una demanda constante de reposición hídrica. Este consumo está vinculado principalmente al enfriamiento de los servidores, no al proceso en sí de generación de la imagen.

¿Cuánto consume una imagen o un texto generado por IA?

Estudios recientes estiman que:

  • Un mensaje de texto de unas 100 palabras puede consumir hasta 0,5 litros de agua y unos 0,14 kWh de energía.
  • El consumo energético de generar una imagen o un texto de 100 palabras bastaría para alimentar unas 10 bombillas LED (de 14W) durante una hora.
  • Una sola imagen generada por IA puede suponer entre 0,5 y 1 litros de agua, según la complejidad y la infraestructura utilizada.

Si consideramos las 500 millones de imágenes generadas durante la semana pasada, el consumo total de agua sería equivalente al abastecimiento diario de una ciudad mediana.

En España, con una población activa de unos 22 millones de personas, si el 10 % (2,2 millones) utilizara herramientas de IA semanalmente, y asumimos un promedio de 5 usos por persona a la semana, con un consumo medio de 1 litro por uso, se estarían consumiendo alrededor de 11 millones de litros de agua cada semana. Eso equivale a unas 4,4 piscinas olímpicas o 110.000 duchas de 10 minutos cada semana, solo en España.

Este nivel de demanda tecnológica también implica una creciente presión sobre infraestructuras clave como la Red Eléctrica Española (REE), que debe adaptarse a un consumo cada vez más digitalizado.

¿Qué están haciendo las grandes tecnológicas?

Frente a este desafío, algunas empresas están empezando a tomar medidas, estas medidas muestran una preocupación creciente, pero aún incipiente, por parte de las grandes tecnológicas:

  • Google se ha comprometido a reponer el 120 % del agua que consume para 2030. En 2023, solo logró un 18 %, aunque queda mucho por mejorar, han sentado las bases para una política de sostenibilidad hídrica más ambiciosa.
  • Microsoft ha anunciado la compra de energía de un reactor nuclear en desuso (Three Mile Island), que volverá a operar en 2028 para alimentar parte de sus centros de datos con energía baja en carbono.
  • Amazon Web Services ha comenzado a usar aguas residuales tratadas para reducir su consumo de agua potable en sus centros de datos.

¡Atención!

Empezar a tomar medidas no es una opción, sino una necesidad urgente para garantizar la viabilidad futura del ecosistema digital.

¿Hacia una legislación internacional por la sostenibilidad digital?

A medida que la IA se convierte en una herramienta omnipresente, también lo hace su impacto ambiental y social. Surge entonces la necesidad de pensar en una legislación internacional sobre sostenibilidad digital, que regule no solo el uso ético de los modelos de IA, sino también su huella hídrica y de carbono.

Las diferencias entre empresas, regiones y tecnologías hacen urgente una coordinación global para integrar políticas sobre el futuro medioambiental. ¿Puede un modelo digital competir por recursos con sectores vitales como la agricultura, la industria o el consumo humano?

¿Podemos disfrutar de la IA sin dañar el planeta?

Si queremos seguir disfrutando de las posibilidades creativas y funcionales de la inteligencia artificial, no queda otra que reducir su impacto ambiental.

La clave no está en frenar el avance tecnológico, sino en hacerlo compatible con el entorno. Algunas soluciones potenciales:

  • Desarrollar sistemas de refrigeración más eficientes o que usen menos agua, priorizando siempre la eficiencia energética como eje clave de cualquier innovación tecnológica.
  • Localizar centros de datos en regiones con mayor disponibilidad hídrica o temperaturas más bajas.
  • Incentivar el uso de energías renovables de forma efectiva.
  • Educar a los usuarios sobre el impacto de sus interacciones con la IA, promoviendo un uso responsable.

Equilibrio entre desarrollo tecnológico y sostenibilidad

El caso del auge de imágenes estilo Ghibli es solo una muestra del enorme consumo asociado al uso masivo de herramientas de IA. Aunque pueda parecer un juego inofensivo, sus consecuencias se amplifican cuando millones de usuarios participan.

El desafío que enfrentamos es encontrar un equilibrio real entre el progreso tecnológico y la sostenibilidad. Y para ello, no solo hacen falta innovaciones técnicas, sino también una ciudadanía informada y políticas públicas firmes.

El futuro de la inteligencia artificial no depende solo de la velocidad de sus avances, sino también de nuestra capacidad para hacerlos compatibles con la vida en el planeta.

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Álvaro Ramos
Álvaro Ramos

Redactor de contenido SEO

Estudiante de marketing e investigación de mercados. Apasionado del SEO y del marketing digital con conocimientos en CRM y gestión de redes sociales.

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