Cierre de Almaraz: consecuencias para el futuro energético

Escrito por Álvaro Ramos, Redactor de contenido SEO el 16 de abril de 2025 a las 11:00
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Modificado el 22 de abril de 2025 a las 17:15
Tiempo de lectura : 4 minutos

El cierre de la central nuclear de Almaraz en Extremadura, enfrenta posturas: ¿impacto en el suministro eléctrico y el empleo en la región o avance hacia un futuro sostenible?

Resumen

  • Almaraz es clave en el sistema eléctrico español, al generar alrededor del 7 % de la electricidad nacional y formar parte del grupo de las últimas cinco nucleares activas en el país.
  • Su cierre, previsto entre 2027 y 2028, ha generado un debate sobre su impacto en las emisiones de CO₂, la estabilidad del suministro eléctrico y el empleo en Extremadura.
  • Algunas organizaciones ecologistas argumentan que el cierre es necesario por razones de seguridad y gestión de residuos.
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Almaraz: un bastión energético nacional

La central nuclear de Almaraz, ubicada en la provincia de Cáceres, ha sido desde 1981 una pieza clave en el sistema eléctrico español. Con dos reactores en funcionamiento, genera alrededor del 7 % de la electricidad que consume el país. Esta producción es continua, estable y no depende de condiciones meteorológicas, lo que la convierte en una fuente de energía de base esencial para garantizar el suministro.

Además, al no emitir CO₂ durante su operación, ha contribuido a contener las emisiones del sector eléctrico. Sin embargo, algunos colectivos cuestionan su continuidad, al considerar que existen alternativas más seguras y sostenibles que ya superan a la nuclear en capacidad instalada en Extremadura.

Almaraz forma parte del reducido grupo de centrales nucleares que aún operan en España, junto a Ascó, Cofrentes, Vandellós II y Trillo, representa uno de los últimos pilares de la generación nuclear en el país.

En términos de producción, Ascó (Tarragona) lidera el ranking, seguida muy de cerca por Almaraz, lo que subraya su relevancia dentro del sistema. Cofrentes (Valencia), Vandellós II (Tarragona) y Trillo (Guadalajara) completan el conjunto de centrales en funcionamiento, todas ellas fundamentales para garantizar una base energética estable y libre de emisiones directas de carbono. Todas las centrales tienen su cierre programado antes de 2035, según el calendario establecido en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima.

¿Sabías que?

Estas cinco centrales nucleares sostienen más del 20 % del suministro eléctrico nacional, por lo que su cierre supondrá cambios significativos en el suministro eléctrico de España.

Parada temporal de Almaraz y otros dos reactores

Instalaciones clave como Almaraz se ven forzadas a detener su actividad temporalmente a partir de este miércoles 16 de abril, sin tener de momento fecha de reactivación, al no poder competir económicamente en un mercado que penaliza sus costes operativos, muy condicionados por la elevada carga fiscal. Aunque técnica y operativamente se encuentra en perfecto estado, este episodio ilustra la tensión entre sostenibilidad, economía y planificación energética en un sistema en plena transición.

En este contexto de incertidumbre sobre el futuro de la energía nuclear en España, la viabilidad económica de las centrales ha vuelto al centro del debate. Prueba de ello es la reciente decisión de parar temporalmente, por razones de mercado, los dos reactores de Almaraz, el de Trillo y uno de los dos de Ascó. Actualmente, solo permanecen en funcionamiento Vandellós II, Cofrentes y el otro reactor de Ascó.

Esta situación en la que se encuentran los precios excepcionalmente bajos de la electricidad en el mercado, provocados por una combinación de escasa demanda y elevada generación renovable (solar, eólica e hidráulica), están repercutiendo en la rentabilidad de todas las centrales de generación. Este fenómeno se intensifica especialmente durante los fines de semana, cuando la menor actividad industrial, las temperaturas más suaves y los días festivos reducen aún más el consumo eléctrico, empujando a muchas instalaciones fuera del mercado.

Consecuencias medioambientales del cierre

El cierre previsto de la central entre 2027 y 2028 plantea varios interrogantes medioambientales. La energía nuclear que dejará de producirse tendrá que ser sustituida por otras fuentes. Aunque las energías renovables son prioritarias en la transición energética, su intermitencia hace que, en la práctica, parte de esa energía sea reemplazada por centrales de gas natural.

Según estimaciones del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Industriales, esta sustitución podría suponer un incremento de hasta 20 millones de toneladas de CO₂ al año, el equivalente al 8,7 % del total de emisiones de España. Esto supondría un paso atrás en los objetivos climáticos del país.

Por otro lado, la energía nuclear genera residuos peligrosos durante miles de años, un problema ambiental a largo plazo. Quienes defienden el cierre consideran que esta sustitución debe verse como una fase temporal dentro de una estrategia más ambiciosa de electrificación con renovables, acompañada de inversiones en almacenamiento y eficiencia.

Dato curioso

Francia, nuestro país vecino, obtiene más del 60 % de su electricidad de energía nuclear, lo que le permite tener una de las huellas de carbono más bajas por habitante en Europa en cuanto a producción eléctrica.

Riesgos para la seguridad del suministro eléctrico

Más allá de las emisiones, el cierre de Almaraz podría afectar la estabilidad del sistema eléctrico. La central ha sido una garantía de suministro continuo, especialmente en momentos de alta demanda o baja generación renovable. La transición hacia un sistema basado en energías limpias requiere acompañarse de inversiones en almacenamiento y redes inteligentes, algo que aún está en desarrollo.

Sin una fuente de base como la nuclear, aumenta el riesgo de tensiones en la red e incluso de cortes en el suministro, lo que podría tener efectos negativos sobre la industria, el consumo doméstico y la competitividad económica.

Por el contrario, es cierto que existen vías más seguras y sostenibles a medio y largo plazo que prolongar el uso de una central envejecida, como por ejemplo la inversión en energía solar, eólica e hidráulica.

Impacto socioeconómico en la región

La central de Almaraz es también un motor económico para Extremadura. Genera más de 3.000 empleos entre directos e indirectos y sostiene el tejido empresarial de la comarca. Su cierre podría provocar una pérdida masiva de empleo y contribuir al despoblamiento de zonas rurales ya frágiles. La economía local se vería obligada a reinventarse en un corto periodo de tiempo, sin garantías de una transición justa.

Las autoridades locales y los habitantes de la región han expresado su preocupación por las consecuencias del cierre. Por ello, el pasado viernes 11 de abril a las 22:00 se organizó un apagón simbólico en varios municipios extremeños como muestra de apoyo a la continuidad de la central.

Algunos grupos de ecologistas sostienen que estos cambios no justifican una prórroga, ya que España debe apostar por un sistema energético 100 % renovable y libre de residuos radiactivos. Señalan que mantener plantas como Almaraz implica prolongar riesgos innecesarios y desviar recursos que podrían dedicarse al desarrollo de tecnologías limpias.

¡Recuerda!

Cuando una central nuclear cierra, los residuos no desaparecen: deben almacenarse de forma segura durante miles de años. España todavía no cuenta con un almacenamiento geológico profundo, lo que alarga el debate sobre la gestión definitiva de estos residuos.

Alternativas y propuestas para el futuro

Ante este escenario incierto, varias voces piden reconsiderar el cierre. Las empresas propietarias de Almaraz, Iberdrola y Endesa han manifestado que estarían dispuestas a valorar una prórroga de la vida útil de la central si se dan las condiciones técnicas y normativas adecuadas. Por su parte, el gobierno autonómico de Extremadura ha mostrado interés en mantener la actividad de la planta, consciente de su importancia para la región. 

Aunque el acuerdo de cierre firmado en 2019 sigue vigente, el contexto energético actual ha cambiado, con una mayor presión sobre el sistema eléctrico y objetivos climáticos exigentes. Reabrir el debate podría ser una oportunidad para replantear el papel de la nuclear en la transición.

La clausura de la central nuclear de Almaraz no es solo una cuestión técnica, sino una decisión con implicaciones profundas para el medio ambiente, el suministro eléctrico y el futuro socioeconómico de Extremadura. Evaluar sus efectos con perspectiva y responsabilidad es clave para avanzar hacia una transición energética sostenible y equitativa. El reto no está solo en cerrar una planta, sino en asegurar que el modelo energético que la sustituya esté a la altura de los desafíos actuales y futuros.

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Álvaro Ramos
Álvaro Ramos

Redactor de contenido SEO

Estudiante de marketing e investigación de mercados. Apasionado del SEO y del marketing digital con conocimientos en CRM y gestión de redes sociales.

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