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La obsolescencia programada ha vuelto al debate público como uno de los principales enemigos del consumo sostenible y de la economía circular promovidos por la Unión Europea (UE).
Resumen
La obsolescencia programada se define como la práctica deliberada de diseñar productos con una vida útil limitada, lo que obliga a los consumidores a reemplazarlos periódicamente. Sin embargo, la realidad es más compleja de lo que parece a primera vista.
Según expertos del sector, existen diferentes tipos de obsolescencia:
La Unión Europea ha tomado cartas en el asunto con la implementación del "derecho a reparar", una legislación que pretende fomentar un consumo más sostenible. Esta medida quiere garantizar que los fabricantes proporcionen manuales de reparación y mantengan la disponibilidad de piezas de repuesto durante al menos 10 años tras la venta del producto.
Esta normativa, dirigida inicialmente a electrodomésticos como lavadoras, lavavajillas y frigoríficos, busca extender la vida útil de los productos y reducir los residuos electrónicos.
La propuesta no tiene en cuenta todos los productos. Por ejemplo, los smartphones, que son de los que más sufren esta obsolescencia, todavía no están plenamente regulados.
Más que basura: un problema global creciente
Cada año se generan más de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos en el mundo, lo que los convierte en el flujo de desechos sólidos de más rápido crecimiento.
Diversos sectores industriales enfrentan acusaciones de implementar prácticas de obsolescencia programada, aunque las evidencias varían según el ámbito de actividad.
El sector tecnológico es uno de los más señalados. Smartphones que se ralentizan con actualizaciones, baterías no reemplazables y eliminación progresiva de puertos universales son prácticas que han reforzado la percepción de una obsolescencia programada.
Los electrodomésticos actuales tienden a tener una vida útil más corta que los modelos fabricados hace unas décadas. En la industria textil, la moda rápida representa una forma de obsolescencia estética acelerada.
Aunque muchos consumidores creen firmemente en la existencia de la obsolescencia programada, demostrarla legalmente resulta complejo. Los fabricantes argumentan que la reducción en la durabilidad responde a la demanda de costes más bajos, mayor eficiencia energética y nuevas funcionalidades.
El equilibrio entre innovación, sostenibilidad y rentabilidad empresarial sigue siendo uno de los grandes retos de nuestro tiempo. Mientras la UE refuerza sus políticas de consumo sostenible, los consumidores se vuelven más conscientes de sus decisiones de compra.
La obsolescencia programada, real o percibida, está consiguiendo algo importante: poner sobre la mesa la necesidad de repensar nuestro modelo de consumo para avanzar hacia uno más responsable y duradero.
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Redactora de contenido SEO
Isabel Adalid Iranzo. Periodista especializada en el sector del medioambiente, ahora estudiante de máster en Marketing Digital. Isabel se une a Hello Watt para crear contenido sobre el mercado energético.
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