Europa reconvierte una mina de sal en centro tecnológico subterráneo

Un futuro tecnológico bajo tierra

Este proyecto, parte del paquete de Proyectos Estratégicos para Materias Primas Críticas, busca reutilizar el espacio subterráneo de una antigua mina de sal para actividades avanzadas como almacenamiento de hidrógeno verde, simuladores de inteligencia artificial en condiciones de aislamiento, laboratorios de investigación en física de partículas que requieren entornos controlados y centros de datos de alta seguridad.

El interior de la mina estará equipado con tecnologías ecológicas avanzadas, como sistemas de ventilación natural, iluminación LED de bajo consumo y un sistema de reciclaje de agua subterránea, pensado para reducir al mínimo el impacto ambiental.

Las instalaciones estarán alimentadas exclusivamente por fuentes de energía renovable, principalmente eólica y solar, respaldadas por baterías de flujo redox situadas en las galerías más profundas de la mina.

Impacto económico y social del proyecto

La reconversión de la mina de sal en un centro de innovación tecnológica no solo representa un avance en la transición energética, sino que también tiene un impacto positivo en la economía local.

La creación de más de 2.000 empleos contribuirá a revitalizar comunidades afectadas por el cierre de actividades mineras, con una parte importante de estos puestos orientados a la formación y reconversión profesional de antiguos trabajadores del sector.

Además, el proyecto fomentará la investigación y el desarrollo en tecnologías limpias, posicionando a Europa como líder en la lucha contra el cambio climático.

La ubicación ideal para una infraestructura del futuro

La mina seleccionada para este ambicioso proyecto se encuentra en Europa Central, aunque su localización exacta no ha sido revelada por motivos de seguridad y planificación estratégica.

Se trata de un yacimiento con una notable profundidad y una gran estabilidad geológica, dos factores determinantes en su elección, ya que proporcionan condiciones ideales para albergar infraestructuras altamente sensibles a variaciones térmicas y sísmicas.

A pesar del fuerte respaldo político y financiero que ha recibido la iniciativa, diversas organizaciones ecologistas han exigido una evaluación ambiental más exhaustiva. En respuesta, la Comisión Europea ha asegurado que el proyecto cumplirá todos los requisitos legales y ha prometido máxima transparencia durante su ejecución, prevista para comenzar a finales de 2025.